domingo, 28 de agosto de 2011

RECUERDOS ZAPATILES DE LA NIÑEZ

Los primeros pasos de la gente menuda 



Yo me miro los pies, embelesada…Tan concentrada estoy en mis nuevos zapatos 
blancos de becerro con tiras en forma de T que casi me caigo. Tienen unos diminutos agujeros de ventilación que forman motivos decorativos y mis pies son tan pequeños que los zapatos son casi redondos, respingones y regordetes, cucos como un osito de peluche. 

Y la verdad, es que, cuando éramos pequeños, los zapatos eran como juguetes, juguetes que los adultos nos ponían en los pies. Mis favoritos eran un par de zapatillas de conejito, unos pequeños escarpines de lana de color rosa con unas narices bordadas a mano, alta costura cortesía de la abuela.Y las chanclas de goma daban unos golpes fuertes y muy satisfactorios cuando andabas pisando fuerte por la casa.




Y si los zapatos eran juguetes, comprar unos nuevos era un juego estupendo.

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¿Te acuerdas cuando te subías a una de esas cosas para medir y notabas el frío del metal a través de los calcetines mientras que la pieza deslizando te definía los límites de tu huella en el mundo?

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La dependienta regresaba con los brazos cargados de posibilidades ¡cajas de regalo!
Tanto ella como tu madres estaban totalmente conectadas en ti, preguntándote que te gustaba, cuales querías, si eran cómodos.  Unos dedos competentes abrochaban Merceditas, ajustaban hebillas, ceñían cordones. La vendedora apretaba con el pulgar para  notar cuánto espacio había entre tu dedo y la punta del zapato al tiempo que susurraba cosas a tu madre en breves apartes.


“Queda espacio por si le crece el pie” 

“tienen mucho éxito esta temporada”

“La marca es fiable”

“Camina un poco cariño ¿Cómo los sientes?"

Se preocupaban de tu comodidad, eras rey o reina por un día…

Durante aquellos años perdidos, la parte principal de mi armario de calzado la
constituían dos clases de zapatos; unos bajos acordonados de color marrón para ir al a
escuela y un par de Zapatos Buenos, unos planos de charol negro y a los que llamábamos
manoletinas para las fiestas y salidas.

Pero yo prefiero pensar que mi motivación impulsora proviene de aquellos felices y tempranos recuerdos de tambalearme por el césped  de aquel deleite original en los zapatos como juguetes.



Texto/ Imagen 
Los zapatos de mi vida
Jane Eldershaw

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